Tenemos a continuación el relato de Lucía, antigua compañera de universidad que ahora mismo se encuentra disfrutando de sus últimos días de aventura por Italia. ¡¡Gracias !!
Mi aventura Erasmus comenzó aproximadamente hace un año. En estas fechas tenia a mi compañera diciéndome todo el día: “Vámonos de Erasmus! Mira, han sobrado plazas para Italia en la primera convocatoria. Si nos la dan… pues nos lo pensamos y ya está”. Más que nada esa era la frase que escuchaba todos los días a todas horas, en clase, en la cafetería, en la fotocopiadora, ¡hasta en el Messenger! Al final, como era obvio, me convenció. El problema (aunque suene a película) era “Ella a Teramo, yo a Lisboa”. Mi decisión estaba en la cuerda floja, porque si no íbamos juntas… mejor me quedaba en casa. Hasta que un día llegó a nuestros oídos que una de las personas a la que le habían concedido Teramo no iba a ir… Solución: que ella renunciase y así me lo darían a mi. Dicho y hecho.
2º paso hacia la aventura: convencer a mi familia. De buenas a primeras puede parecer fácil, les intentas poner todo bonito, pero teniendo en cuenta que soy la niña de la casa, que nunca había estado fuera más de una semana y que la beca no es todo lo maravillosa que se puede desear (en principio por cuatro meses me daban tan solo 810€…) se presentaba complicado el asunto. Pero al final, por arte de magia, hubo un milagro: ¡Convencidos!
Después de mucho papeleo el sueño estaba más cerca. Tanto que intenté vivir esos meses en Coruña como si fueran los últimos meses de mi vida… indescriptibles. Hubo un obstáculo en mi momento “carpe diem”, que era ni más ni menos que mi trabajo, porque no podía ni debía permitir que mi caprichito me lo subvencionaran todo mis padres, así que desde mediados de julio hasta finales de septiembre intenté combinar mal como pude varias cosas: mi familia, mis amigos, mi trabajo, mis estudios y mi verano.
Cada vez se acercaba más el momento de partir rumbo a un lugar desconocido sin todo lo que había tenido a mi lado esos meses… difícil, pero posible. El último día que salí allí fue… indescriptible, impresionante. Mis amigos reunidos en el mismo lugar, con una misma finalidad, que era ni más ni menos que despedirse temporalmente y desearle suerte a la ya conocida como “la italiana”. No quedó más remedio que ser fuerte y poner una sonrisa… no valía la pena que se quedaran con la imagen de mi cara toda emborronada por el maquillaje llorando como una magdalena. Ni de broma. Y eso que solo me ausentaba 4 mesecillos…
Las peores despedidas de todas las de la familia. Ver como una niña de 6 años te dice: “¿Por qué te tienes que ir tan lejos a estudiar? Quédate, por favor” pone los pelos como escarpias. Y notar como entre ella y su hermano de 3 años se abalanzan sobre ti para darte todos los besos y abrazos que no te podrán dar en meses… ¡no tiene precio! Ver como cuando estas terminando de recoger tus cosas esa mañana antes de irte al aeropuerto y tu madre que llevaba un rato observándote sin tú saberlo te dice “Ahora si es de verdad” es para hacer lo que hice yo, echarse a llorar y no parar hasta pasar el control de seguridad.
Y ahí comenzaba realmente la aventura. Después de que nos trasladaran de Alvedro a Lavacolla porque había demasiada niebla, después de llegar a Barcelona por los pelos, después de ir del aeropuerto de Roma a una estación de bus en los suburbios de Roma, y después de coger el ultimo bus hacia Teramo… a las 22: 55 (esa hora se me quedará grabada en mi cabeza siempre!) llegamos a Piazza Garibaldi, nos encontramos con españoles y nos dirigimos hacia el Albergo Castello, nuestra casa provisional mientras no encontrábamos piso. Después de refrescarnos un poco bajamos a cenar y empezamos a conocer a más gente. Todos españoles.
Al día siguiente tocó madrugar para buscar piso, y comenzaron los problemas y los bajones. Piso mixto, 2 chicas y 2 chicos era misión imposible, pero dos días después encontramos el piso “perfecto”, había que compartir habitación, y no se encontraba lo que se dice muy céntrico pero era ideal. Y aquí seguimos después de tantos meses.
A todo esto se me ha olvidado mencionar algo muy importante… no sabía ni hablar ni escribir ni entendía nada de italiano. Vamos, que durante aproximadamente dos semanas me convertí en mudita. Esas dos semanas fueron mi época de reflexión, por decirlo de algún modo. Fue muy duro, sino que se lo pregunten a la factura del móvil que echaba chispas. Fueron también de las más intensas en cuanto a papeleos, porque teníamos que modificar el contrato de estudios, ir al despacho de la coordinadora en horario de atención y que no estuviese… el pan nuestro de cada día. Y si a esto le sumamos que había que comprar cosas para el piso, conseguir un móvil italiano, conocer Teramo, ir al curso de italiano obligatorio y por supuesto mantener una vida social… parte muy importante de un Erasmus.
Hasta que no te sumerges en el “mundo de mentira” no puedes disfrutar de esta experiencia como se merece. Un día, un buen amigo me dijo una frase que ha marcado mi experiencia: “ te veo en Febrero, con todos tus bártulos, esperando el bus a Roma llorando y diciendo que no te quieres ir”. Se me vino la imagen a la cabeza y cambié el contrato para quedarme todo el año. Porque a pesar de ser una miniciudad, un pueblo como le llaman por aquí, y a pesar de todo lo malo que se pudiese decir ya le había cogido cariño a la gente.
¿He mencionado algo la palabra clase? Porque aunque sea un tópico que los erasmus no vamos a clase… a veces ese tópico no se cumple. Puedo decir que he estado en clases en italiano, que he hecho exámenes y que a estas alturas del curso tengo 5 asignaturas de 3º de Turismo de España aprobadas (aquí son tan solo cuatro). Hay clases a las que es obligatorio asistir, pero en el caso de nuestra carrera no es así. Los exámenes son orales, hasta las asignaturas técnicas como Estadística. Pero no todos los profesores nos ayudan a que este año sea lo que se dice sencillo. Por ejemplo, ahora mismo, tengo un libro a mi lado que se llama “Manuale del film” con aproximadamente 300 páginas, el cual me tengo que leer antes del 7 de Junio junto con otros dos libros más para la misma asignatura. ¡Paciencia! Otros te dan la materia que tienes que estudiar y aun encima te la dan desordenada. Mala suerte, te tienes que aguantar y no puedes protestar porque eres Erasmus…
La sensación de ver que esto se termina, que tu año con tus amigos (que se han convertido en tu nueva familia, que te han escuchado durante meses y meses, que te han visto en todas las situaciones posibles, tanto buenas como malas), tu vida independiente, un poco más extravagante de lo habitual se termina es tremendamente horrible. ¿Qué vamos a hacer el año que viene sin poder estar los unos con los otros, sin vernos todos los días, sin esas cosas típicas de la convivencia? ¿Sin los minutos gratis de teléfono móvil entre nosotros? ¿Sin ver como se nos va volando el dinero en comer casi todos los días fuera de casa? ¿Y cómo vamos a sobrevivir sin la pasta con salchichas? Depresión es poco, nos vamos a morir directamente.
Cada año es distinto y especial, yo puedo decir que el mío ha sido… más que distinto y más que especial. La chica que solo se quería quedarse un cuatrimestre se ha convertido en la que le da pena irse de aquí, impresionante. Admito que no lo he vivido tanto como otras personas, pero para mi esto ya ha sido demasiado. Independiente y lejos de casa. Gran salto se le llama a eso. Con decir que les tenía pánico a los aviones sin haberme subido en uno, y que ahora no tengo ningún problema en viajar sola, creo que es bastante. Odiaba cocinar, ahora lo adoro y me relaja, experimentar en la cocina era una de las facetas que me quedaban por descubrir.
Te desenvuelves, te mueves, ves mundo… eres erasmus.
Hay un miedo que tiene mucha gente: irte de tu casa y que de repente todo cambie. Pues os lo digo yo, no es cierto, todo va a estar igual, esperándoos de la misma manera que estaba cuando os fuisteis. Nada de comerse la cabeza por lo que no es y pudo haber sido, nunca se sabe lo que depara el destino.
Si alguna vez se os presenta una oportunidad como la mía, no la dejéis pasar porque no sabéis lo que os estáis perdiendo. Más vale arrepentirse de haberlo hecho, que de que no haya sido así. Ese es mi lema.
Erasmus te cambia la vida.
Lucia Arcas Ares
Erasmus 2007 – 2008 en Teramo (perdido entre las montañas italianas del Abruzzo, Italia)